Tanto en el embarazo como en el puerperio hay una exigencia de felicidad dirigida hacia las mamás.
“Estoy embarazada” o “Nació mi hijo/a” son frases que, para el común de la gente, llevan a pensar un estado de plenitud, de felicidad. Sin embargo, para muchas tal vez no fue totalmente así.
Si estando embarazadas osábamos decir: “estoy cansada”, “me da miedo”, “no sé cómo voy a hacer con un bebé”, “cuánta responsabilidad”, recibíamos del otro lado como respuesta: “bueno pero es el amor más grande del mundo” ¿Y? Entonces mis sentimientos de angustia, temor, inseguridad, ¿desaparecen?
Creo que es importante poder validar los sentimientos y emociones que vivimos en una primera instancia como mujeres embarazadas y luego como mamás. Se puede haber buscado y deseado mucho a un/a bebé pero así y todo tener incertidumbres, miedos a perder independencia, identidad, tiempos, horas de sueño.
Entonces, en lugar de intentar callar este “lado B” de la maternidad e insistir con la imagen del bebé sonriendo, demos lugar y espacio a este mundo de sentires. Permitamos que surjan y compartámoslos con otras mamás.
Así también es importante que estas emociones y sentimientos puedan ser trabajados en espacios de confianza y seguridad por el cuidado de nuestra propia salud mental y para la construcción de la mujer y madre que queremos ser.