Desde que fui mamá ya no soy la que era. Hubo una transformación en mí. Yo dejé de ser mi prioridad. Pero no sólo eso sino que muchas veces siento que ya no soy “yo”, sino “la mamá de”.
El año pasado para mi cumpleaños no exagero que el 90% de los saludos que recibí recalcaba el hecho de que era mi primer cumpleaños como mamá.
Como dije en otros artículos la maternidad la vivo como una revolución en muchos sentidos. Hay pérdidas, ganancias y transformaciones. Los tiempos son otros y por momentos se nos escapan las cosas de control.
Me encanta ser “la mamá de” pero también extraño a la que era antes. La Deby que trabajaba fuera de casa, tomaba cerveza con amigas, leía, estudiaba, decidía cuándo comer, cuándo dormir o hacía deporte. Antes de ser mamás somos mujeres y creo que no debemos perder eso de vista. Hay que poder reconstruir nuestra identidad a partir de la llegada de el/la bebé y no borrar por completo esa que fuimos.
Siento que es saludable conectar con algo de una: con pintarse las uñas, con llamar a esa amiga, con hacer un curso, cantar una canción que no sea infantil, con manejar sin bebé en el auto. Ir encontrando de a poco espacios que nos permitan no perdernos.
Es saludable también hablar de estos quiebres con otras mamás, con la pareja, con la familia, con amigas y ojalá poder elaborarlo en un espacio terapéutico.
Es maravillosos ser mamás pero creo que más lo puede llegar a ser si logramos compatibilizarla con otros deseos que tenemos.