Desde pequeñas nos han criado con culpa: por no hacer los deberes, por comer muchos dulces, por perder útiles escolares.
La maternidad por supuesto que no es ajena a la culpa. La exigencia de querer “hacerlo bien” cuando ni siquiera tenemos idea qué significa eso para cada una de nosotras. Pero hay un mandato social (que puede ir variando según la época) de lo que significa ejercer “una buena maternidad”.
En mi caso las cosas que hago como mamá y me dan culpa son las que me salvan en momentos de colapso: como por ejemplo cuando le doy chupete o le pongo la tele. Sí, hago esas cosas y no me considero #malamadre. Ahora que puedo pensarlo, elaborarlo, escribirlo sé que no soy mala madre por eso. Pero en el momento me da culpa. De hacer lo que “no se debe”, de causarle un mal a mi hija y demás. Me da culpa cuando pierdo la paciencia, cuando estoy por colapsar.
Compararse con otras mamás, comparar a nuestr@s hij@s con otr@s bebés nos hace mucho daño. Cada situación es particular y debiésemos aprender a vivir en esa diversidad, respetarnos sin juzgarnos para poder ir elaborando las situaciones que nos generan culpa.
Culpa por (querer o deber) volver a nuestro trabajo remunerado luego del postnatal.
Culpa por NO querer volver a nuestro trabajo remunerado luego del postnatal.
Culpa por tener licencias.
Culpa por no dar la teta.
Culpa por no brindarle la misma atención al/a la primer/a hij@ a partir de la llegada de un/a nuev@ hij@.
Culpa por no compartir tiempo de pareja de calidad. Por no tener ganas. Por tener la energía y la libido en otro lado.
Culpa por olvidar compromisos, cumpleaños, eventos de gente cercana.
Culpa por no estar para tus amigas.
Culpa por dejar que tu hij@ duerma en tu cama.
Culpa por llevarl@ a dormir a otra habitación.
Culpa por darle una galleta para que se calme.
Culpa por olvidarte de darle sus vitaminas.
Culpa por tomar una taza gigante de café.
Culpa por levantar la voz.
Culpa por mentirle.
Culpa por querer a veces no estar ahí. Querer desaparecer un rato y tener tu vida anterior.
A medida que vayamos reconociendo y validando los sentimientos que afloran con la maternidad vamos a poder ir trabajando en las culpas que aparecen asociadas. No somos malas madres, somos madres con un mandato social de ser las mejores mujeres, madres, esposas, trabajadoras. La exigencia de la perfección es una de las creadoras de las culpas. Aflojemos, seamos más pacientes y amorosas con nosotras mismas y con las otras mamás y encontraremos un mejor fluir de la maternidad.