Vas a escuchar opiniones/consejos de todo el mundo. Sí. DE TODO EL MUNDO. De tu mamá, tu suegra, amigas mamás, amigas que no son mamás, la vecina, el conserje, el chofer del uber. Tod@s van a opinar sobre el ejercicio de tu maternidad y tu bebé: “tiene frío, se queda con hambre, no lo dejes dormir en tu cama, todo el día con el bebé en brazos lo vas a malcriar, ponle calcetines, no lo lleves de viaje, no salgas de casa, tiene sueño, sácale el abrigo, que no use chupete, que tome mamadera, tiene calor, mejor el colecho, no lo dejes llorar, sácalo a pasear, ponle chupete, basta de teta.”
¿Cómo no estar mareada con tanta información a la vez cuando una es mamá primeriza?
Es importante poder conectar con nuestro hij@ e ir aprendiendo nosotras como mamás cuáles son sus necesidades, ir decodificando llantos y empezar a leer cuáles son nuestras propias necesidades y nuestro estilo de crianza.
No tenemos que convencer a nadie más que a nosotras mismas (y estar en sintonía con la persona que cría con nosotras, como puede ser el padre).
No está bien, no está mal, ni la mejor ni la peor mamá del mundo. Somos las mamás que podemos ser si confiamos en nosotras mismas, si validamos nuestros sentimientos y nos informamos con profesionales de la salud acordes a la perspectiva elegida.
Hay que trabajar en nuestro cuidado, bienestar y en ser capaces de limitar las opiniones/consejos que recibimos sin ser solicitados.
Es importante el trabajo de la autoestima y la confianza para poder ir asumiendo nuestro rol de mamás.